23 abril 2009

MICKEY MOUSE Y EL ARTE CONTEMPORÁNEO (I)

Título: EL BORRÓN
Autor: TOM NEELY
Editorial: LA CÚPULA
Páginas: 196
PVP: 15 €

Nacido en 1975 y criado en una pequeña población de Texas, Tom Neely comienza a dibujar cómics durante su infancia, influido por las tempranas lecturas de la proverbial reedición de los clásicos de la Disney llevada a cabo por el sello Gladstone. Fue su madre quien le regaló por su cumpleaños, a mediados de la década de 1980, una subscripción a los títulos Mickey Mouse, Scrooge y Donald Duck; es decir, puso en sus tiernas manos la obra de dos clásicos de la narrativa gráfica: Floyd Gottfredson y Carl Barks. Ambos dejarán huella en el autor de El borrón, pero más Gottfredson que Barks, a quien Neely considera, de algún modo, formalmente más circunspecto que el primero. Su amor por la obra del célebre dibujante de Mickey no deja lugar a dudas: “Gottfredson es mucho más audaz y extraño, con esa aproximación característica a la viñeta y esa especie de energía maníaca que está presente en todos sus dibujos”.
La deficiente distribución de novedades editoriales en el ámbito rural –y en esto Neely comparte la suerte de otros creadores alternativos de nuevo cuño como el mismo Paul Hornschemeier– orienta sus lecturas adolescentes hacia el cómic de superhéroes, de presencia masiva en todo el país. Su epifanía llegará con la lectura de un número de Grift Bath, la revista de Renne French editada por Fantagraphics, pero, hasta entonces, se halla sumergido en los cómics de Marvel y DC, y su aspiración dentro del medio de la historieta consiste, según sus propias palabras, en “ser el próximo gran dibujante de Spiderman”.
En 1997, Neely completa su graduado en arte por la universidad de Tulsa y comienza a ganarse la vida impartiendo clases aunque, al poco tiempo, decide marcharse a San Francisco para continuar sus estudios en el Instituto de Arte. Durante todo este tiempo, y sin abandonar completamente los tebeos, dedica la mayor parte de sus esfuerzos creativos a la pintura guiado primero por el surrealismo, especialmente el de Magritte, y luego por la abstracción a lo Rauschenberg o Twombly. La observación del expresionismo abstracto de la Escuela de Nueva York –los Pollock, Rothko, Motherwell o De Kooning– le conduce a la obra de Philip Guston, quien abandonó la abstracción pura por una estética heredera, precisamente, de los tebeos. Y es gracias a Guston que Neely descubre, entre otras cosas, la fabulosa epopeya surreal de Krazy Kat.
La atmósfera afín al arte conceptual y el descreimiento artístico que se respira en la escuela de San Francisco acaba por saturar a Neely, y el hallazgo de las publicaciones de cómic independiente que no había tenido a su alcance hasta entonces le abre todo un mundo de posibilidades. Así, en 2000 se autoedita el minicómic Aminals, protagonizado por los mismos personajes antropomórficos, a lo Barks, que pueblan tanto sus cuadernos de bocetos como sus propios cuadros.

Javier Fernández

2 comentarios:

franchesk dijo...

Parece bastante original, habrá que echarle un vistazo.

Javier Fernández dijo...

Querido amigo, no sé si original es la palabra adecuada pero sí que es un trabajo interesante y prometedor, dale ese vistazo y me cuentas...